La
mayoría de nosotros estamos conscientes de que vivimos momentos de grandes
cambios. Transformaciones que nos avisan de que la vida según la hemos
transitado por mucho tiempo ya no es posible. Esto cambios no son solo al nivel
físico material, también en la manera de comunicarnos, el vocabulario que
usamos y en la forma de vivir en general.
Un
párrafo aparte merecen los cambios en nuestros comportamientos, en las parejas
que estamos formando y en el cómo nos vamos a relacionar. Si el mundo cambia
también cambia la psicología de las personas que van a vivir en ese nuevo
mundo. Los cambios individuales dependen
de la persona y suelen ser más rápidos. Sin embargo los cambios que estamos
experimentando son cambios que afectan nuestras culturas, nuestras maneras
colectivas de vivir o de percibirnos y esos cambios toman mucho tiempo.
Cualquier
persona que respire en este momento sabe que están ocurriendo cambios
acelerados pero también los perciben como negativos o tan difíciles que les
parecen imposibles de enfrentar. Esta es una postura que asegura que los
tiempos pasados fueron mejores y los que vienen serán una debacle. Por otro
lado vivir en el pasado no es posible ese tiempo ya pasó. Criar a nuestros
hijos o educar a nuestros jóvenes de la manera en que fuimos criados es un
grave error, los estaríamos educando para
una sociedad que ya no existe. Todo esto como es natural crea confusión y desasosiego.
Lo
más sabio seria que antes de vivir en
sustos, temores, ataques de ansiedad o pánico seria adecuado entender que la
humanidad ha cambiado de piel ya muchas veces solo hay que leer la historia.
Para estar en este movimiento acelerado
es necesario tomar consciencia para no convertirnos en un observador y si en un
participante. Los ingrediente del cambio ya están y se necesitan personas que
contribuyan y mejoren ese movimiento, cada uno o una de nosotros es indispensable.
El conocer que después de la tempestad siempre llega la calma y esto también es
histórico es darnos cuenta de que estamos rodeados de luz, no tenemos que vivir
en las sombras del miedo.
La
autora es Psicóloga Clínica en práctica privada.
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